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Diario de Navidad, humedad, jamón ibérico y queso.

La Navidad tiene esa mezcla mágica de caos y tradición. Pero si hay algo que une a todas las casas, no importa dónde estés, es esa lucha anual contra lo inesperado: adornos que huelen raro, quesos que desaparecen misteriosamente y un jamón ibérico que parece no durar nada. 

Te voy a narrar un poco mi diario navideño de cada año y si ves que tal, que se parecen al mío bienvenidos al club de “cosas que no quiero que fallen pero que fallan”. 

Capítulo 1: "El moooohón de humedad"

Todo empieza como siempre: saco la caja de adornos con toda la ilusión del mundo. Este año el árbol será espectacular, me digo, con todas esas bolas y figuritas que guardé con tanto mimo el enero pasado. Pero al abrir la caja, me asalta una bofetada de olor. Ya sabes, ese inconfundible aroma a trastero que te hace preguntarte si de verdad has guardado adornos o si, por error, has encerrado un calcetín húmedo durante meses.

Las bolas de cristal, mis preferidas, están empañadas, como si acabaran de pasar por una tormenta de niebla. Las cintas que suelo poner en las ventanas están pegajosas y opacas. Y no os cuento lo que le ha pasado al pequeño Belén de madera. Digamos que el “mohón de humedad” hace honor a su nombre.

Capítulo 2: "Cuando la abuela huele raro"

Si el árbol es el rey del salón en Navidad, el mantel de la abuela y ella son los protagonista de la mesa. Ahora bien bromas aparte, tiene décadas de historia (digo el mantel), puntillas delicadas y bordados que parecen hechos por hadas. Pero eso sí, guarda también un secreto: es un imán para la humedad.

Me acuerdo de aquel año en que lo saqué del cajón, listo para extenderlo en la mesa, y me recibió con un olor que no era precisamente el de la magia navideña. Un poco a cerrado, un poco a húmedo, y un mucho a decepción. Intenté disimularlo con perfume en el aire (porque ¿quién tiene tiempo para lavar y secar algo tan delicado con la cena a pocas horas?), pero no funcionó. Y encima, encontré unas manchas nuevas en las esquinas. Ya os imagináis mi cara.

Capítulo 3: "El milagro de las bolas brillantes (que no pasó)"

Otro año, decidí que había que poner más brillo en el árbol, así que me emocioné colocando todas esas bolas que compré en las rebajas. Pero claro, cuando el brillo que esperas es el reflejo de las luces del árbol y lo que te encuentras son manchas, empañados y huellas misteriosas, te llevas un buen chasco.

Esa Navidad, las bolas parecían más un proyecto de manualidades malogrado que una decoración digna de Instagram. Intenté limpiarlas a última hora, pero, sinceramente, no fue lo mismo. Mi “árbol brillante” quedó en un “árbol decente” y me prometí que eso no volvería a pasar. Spoiler: sí volvió a pasar.

Capítulo 4: "El jamón ibérico y su drama imaginario"

Dejemos los adornos y vayamos a la cocina, porque si hay algo que define las Navidades en mi casa, es el jamón ibérico. En teoría, es el producto más mimado de estas fiestas. En la práctica, no dura ni dos días. Pero hubo un año en que compré demás, pensando en tener algo para después de las fiestas. Y ahí es donde entró el drama imaginario.

Lo dejé guardado en un rincón fresco, pero no pude evitar pensar: ¿y si le pasa algo? ¿Y si se pone malo? Ya os contaré más adelante cómo resolví este dilema, porque sí, también tiene solución.

Capítulo 5: "Los quesos que desaparecen"

Los quesos curados son otra de esas cosas que desaparecen de la mesa como por arte de magia. Pero si alguna vez tienes la suerte de que te sobre alguno después de las fiestas, sabrás que la humedad no es su mejor amiga. Yo aprendí esto por las malas cuando encontré uno que había guardado en la nevera un poco más blando de lo que debería. No era exactamente un desastre, pero tampoco el queso que había comprado.

Capítulo 6: "Turrones que crujen y frutos secos crujientes"

Otro de los clásicos navideños son los turrones. ¿Sabéis ese momento en el que vas a cortar un trozo de turrón duro y, en lugar de crujir, se dobla? Pues yo lo he vivido, y os aseguro que es más triste que escuchar un villancico desafinado. Lo mismo me pasó con los frutos secos. Compré una bolsa gigante de almendras pensando en tener para toda la Navidad, y a los pocos días la única almendra dura era mi cabeza porque las de la bolsa ya estaban blandas. Asique ya ves tu, todo perfecto 😉

Capítulo 7: "Moraleja navideña: O te lo comes todo rápido y secas bien antes de guardar o si quieres evitarte sustos te lo cuento"

Después de años de pequeños desastres navideños, llegué a la conclusión de que hay dos tipos de personas en Navidad: los que se lo comen todo rápido y no necesitan preocuparse por cómo conservarlo, y los que, como yo, guardan cosas esperando que lleguen al día siguiente… y luego se arrepienten.

Si eres del primer grupo, enhorabuena, el caos de la humedad probablemente no es tu problema. Pero si eres del segundo grupo, déjame contarte el truco que cambió mi vida: los sobres de sílica gel de calidad alimentaria.

No estoy hablando de esos sobres que encuentras en cajas de zapatos (que, por cierto, no se comen, por si alguien lo dudaba). Hablo de los que están pensados para alimentos, textiles y, básicamente, cualquier cosa que quieras proteger de la humedad. Esos sobrecitos mágicos ahora viven en todas mis cajas de adornos, en el cajón del mantel de la abuela, y cerca de cualquier alimento que necesite conservarse un poco más.

Ah, y volviendo al dilema del jamón ibérico que mencioné antes: lo guardé en un rincón fresco con un sobre de sílica gel cerca, asegurándome de que no tocara directamente el jamón. El resultado fue impecable. Cuando llegó el momento de disfrutarlo, estaba en su punto perfecto, como si lo hubiera cortado el mismo día. Así que sí, la solución existe y funciona. Este mismo truco sirve para el queso si quieres que esté como el primer día, a mi el queso ya te digo yo que no se me pone malo.

Desde que uso estos sobres, mi Navidad ha pasado de ser un desfile de pequeños disgustos a una fiesta donde todo está en su sitio. Las bolas de cristal salen de la caja brillantes, el mantel está listo para usar (sin lavar ni planchar, ¡milagro!), y los turrones y frutos secos están crujientes hasta después de Reyes.

PD: Mi pasión es acabar con la humedad…. no es eso sólo que con poco esfuerzo te ahorras money y no te dejas problemas a tu yo del futuro, (que como todos sabemos eso equivale a mañana lo hago)

Así que, si no te gusta vivir al límite con la humedad navideña, prueba con estos sobres. O cómetelo todo rápido. Aunque, si soy honesta, siempre es mejor prevenir que lamentar, por eso o kilos de más en Navidad o sobres de sílica gel. 

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